miércoles, 28 de enero de 2009

El Ultimo Año Cap 1 -> ¡Empieza el cole!

The GazettE / Gackt
(Universo Alterno)


Faltaba una semana justa para que las maravillosas vacaciones de verano concluyeran.

Kai, Reita y Uruha estaban en un parque cerca de la casa de este ultimo.


- Solo una semana... – dijo Kai suspirando al final.

- Mmm... – Reita llevaba ya rato muy pensativo

- ¿Ocurre algo Rei...? – intento preguntar Uruha cuando Reita lo cortó con un grito.

- ¡¡Ahh!! ¡Mierda! ¡Se nos olvido escoger las asignaturas optativas de este año! – Exclamó Reita golpeándose suavemente la frente con su mano derecha.

Kai y Uruha se miraron entre sorprendidos y extrañados, porque era rara la vez que su amigo se acordaba de algo tan importante.

- Pues... o vamos para el instituto ahora para hacerlo... o nos espera un castigo peor que el del año pasado – mientras Uruha dijo esto a los otros dos se les puso la cara del color del papel al recordar ese castigo.

Al parecer, el año pasado les pasó lo mismo y el castigo fue ordenar y limpiar el cuarto del material de gimnasia, que siempre solía estar desordenado y muy sucio, por el que estuvieron dos semanas ordenando y limpiando hasta dejarlo medianamente decente.

- Si vamos – Kai no quería recordarlo – No quiero volver a pasar por eso -.-‘

Y se pusieron en marcha al instituto.

Después de quince minutos de camino en el que charlaron de lo que podrían hacer esa semana, terminaron hablando sobre las asignaturas optativas de ese año y quedaron en escoger las mismas: música y dibujo; para así coincidir en la misma clase los tres.

Cuando llegaron el jefe de estudios los miro con una sonrisa de superioridad y les entrego los papeles mientras decía : “Veo que el castigo del año pasado ha dado sus frutos”. Los tres cogieron los papeles con una mirada seria y respondieron un “sii...” no muy energético.

Los rellenaron y se los devolvieron al jefe de estudios mientras Uruha dijo por lo bajo: “Reita... menos mal que te acordaste”. Kai lo escuchó y ambos empezaron a reírse mientras que el rubio los miraba sin comprender el por que de sus risas.

* * * * * * * * * * * * *

Pasó la ultima semana bastante rápido y llegó el día de volver a la rutina.

Como esperaban, coincidieron los tres en la misma clase, así que esperaban que este último año fuese muy divertido.

Cuando un Kai muy despierto y un Reita aun en la luna, debido al sueño, entraron a la clase un sonriente Uruha ya estaba allí esperándolos, puesto que siempre llegaba el primero.

- ¡Konichiwa Kai! – le saludo con mucha energía, para después dirigirse a Reita y golpearle suavemente la cabeza con la mano - ¡Vuelve a la Tierra dormilón! – le decía entre risas.

- ¡Hey...! – dijo Reita en un intento de saludo por lo dormido que aún seguía.

- Hi! Uruha – Kai le correspondió el saludo con una de sus maravillosas sonrisas.

Kai se sentó en primera fila, justo delante de Uruha, mientras que Reita se sentó al lado del castaño. Mientras hablaban, los demás alumnos y alumnas que compartirían clase con ellos ese año se fueron sentando y se ponían a hablar con sus compañeros sobre las vacaciones. De pronto Uruha llamó la atención de sus dos amigos:

- Ne, nee... Cambio de última hora con la profesora de dibujo – decía muy sonriente.

- Pero... si ni siquiera sabíamos quien era la de antes... – Kai estaba confundido y Reita... Reita seguía en la luna.

- Yo creo que si... – la cara de Uruha paso de sonreír a estar totalmente seria . era la misma que el año pasado nos torturo con historia del dibujo durante todo el año porque no terminamos el primer trabajo a tiempo...

- ¿La misma? – Kai también se puso serio pero se acordó el tiempo que utilizo su amigo para referirse a ella - ¿Era...?

- Si... – una sonrisa se empezaba a dibujar en el rostro del castaño – porque... le ofrecieron un puesto mejor remunerado y decidió irse – ya no podía disimular su sonrisa – así que este año lo tendremos mas entretenido, porque posiblemente el nuevo profesor sea mas flexible con las fechas y con los estilos – dijo girándose hasta donde se encontraba Reita para despertarlo de un palmada en la espalda - ¡Despierta ya, marmota!

- ¿Eh? ¿Que? – Reita se empezaba a espabilar... - ¡¿A quien llamas tu marmota?! – exclamó ya despierto e intentando darle un suave golpe a Uruha en la cabeza.

Kai y Uruha se empezaron a reír de ver la expresión de Reita entre dormido y cabreado. “Otra vez igual” pensó Reita. Pero cuando les iba a preguntar el porque de su risa se escucho la puerta corredera abrirse y toda la clase se puso en su sitio y guardo silencio...

Entones fue cuando entró.

Era un hombre alto, de pelo castaño y corto, unos penetrantes ojos azules y una piel clara y de apariencia suave.

Llevaba una camisa negra de mangas largas recogidas hasta el codo y los tres primeros botones desabotonados dejando ver un poco de su bien formado pecho. Unos pantalones largos de color blanco ajustados por la cintura y que se hacían un poco mas anchos a partir de las rodillas con un cinturón de color negro con la hebilla con forma de calavera color plata. Y unos zapatos negros que se estrechaban un poco en la punta.

Entro con unos movimientos ágiles y muy seguro de si mismo, dejando a todos mudos.

Ya había alumnas con cara de deseo, que no paraban de comérselo con los ojos y soltando risitas.

- Hola a todos, soy Gackt Camui – se presentó con una gran sonrisa que se reflejaban en sus preciosos ojos – seré vuestro tutor y profesor de gimnasia durante vuestro ultimo año – concluyó sin quitar esa sonrisa de su rostro provocando que todas las alumnas suspiraran por ella.

Pero no solo despertó interés en las chicas... Había un chico que aún estaba examinando lo que para él era la perfección personalizada. Uruha no podía apartar la mirada de esos ojos azules que lo tenían completamente hipnotizado.

Gackt sonrió al ver las reacciones de las alumnas y siguió hablando:

- Estos horarios – decía mientras los levantaba para que todos los viesen – serán los que tendréis este trimestre – empezó a caminar por las mesas entregando a cada alumno un horario – si surge algún cambio en ellos ya os lo notificaré – pasó por la mesa de Uruha y este se puso tenso.

Cuando le entregó el horario sus manos se rozaron, cosa que hizo que el mas joven se ruborizara un poco. Al parecer Gackt no se dio cuenta del color de las mejillas de Uruha y siguió adelante.

- Ahora... – decía mientras dio el ultimo horario a Kai – os iré haciendo preguntas para que todos nos conozcamos mejor – se colocó frente a la clase y se sentó encima de la mesa del profesor algo inclinado hacia delante con su codo izquierdo apoyado en sus rodilla y apoyando su mentón en la mano.

No escogía el orden de la persona a la que preguntar, si no que lo hacía al azar. Solía preguntar siempre lo mismo: El nombre, la edad, si le gustaba el deporte (dado que él era el profesor de dicha asignatura), cual era su asignatura favorita y cual la que mas detestaban.

Todas las chicas parecían ser últimamente deportistas porque todas dijeron que amaban el deporte, y en cambio los chicos solían decir que prefieren estar dibujando antes que pasar frío en invierno debido a alguna prueba en el patio, cosa que hizo que Gackt empezase a reír bastante.

Pero al preguntarle a Uruha no paso exactamente lo mismo...

- A ver... el chico de la segunda fila... el de la ventana – dijo señalándolo - ¿Cuál es tu nombre? – se interesó mientras le sonreía.

- U... Uruha – respondió mientras el color rojo volvía a sus mejillas.

- Bonito nombre ^-^ supongo que tienes diecisiete años, ¿no? – seguía preguntando sin quitar su linda sonrisa, Uruha solo pudo asentir con la cabeza.

- ¿Cuáles son tus aficiones? – se interesó Gackt dedicándole una mirada bastante penetrante.

Esta pregunta pilló a todos con la guardia baja, ya que esperaban que le preguntase si le gustaban los deportes o por la asignatura que odiaba o le gustaba.

- Pues... – dudaba en decirlo, solo lo sabían sus dos mejores amigos. No le gustaba que la gente supiese que amaba tocar la guitarra y componer, para él eso era algo personal que no tendría que saber nadie, pero en su interior algo le obligó a que se lo dijera – Me gusta tocar la guitarra y a veces compongo... – decía muy colorado mirando hacia su mesa.

Kai y Reita se miraron muy sorprendidos por la acción de su mejor amigo. Nunca se lo dijo a nadie mas que a ellos, y cuando ellos se enteraron les hizo prometer que jamás lo dirían. Así que en ese momento no entendían nada de nada.

Tampoco la clase comprendía nada, ¿Qué el chico mas listo de la clase tocaba la guitarra? ¿Y encima componía?

- ¡Valla! ¡Eso es estupendo! – Gackt sonreía de una manera muy bella para los ojos de Uruha que volvía a estar totalmente hipnotizado en su mirada - Alguna vez me enseñarás alguna composición tuya, ¿verdad?

- ¡Por supuesto! – Uruha estaba muy feliz, pero aun no sabía porqué en su interior se alegraba tanto del por qué le hacía feliz que al profesor le gustase su afición.

Siguió preguntando a otros mas, pero para volver a sorprender a todos, no volvió a preguntar por las aficiones de nadie mas.

Al cabo de quince minutos sonó el timbre del fin de la primera clase y Gackt se despidió de todos con su fabulosa sonrisa, no sin antes dedicarle una mirada bastante enigmática a Uruha, que se volvió a sonrojar por enésima vez ese día.

Kai se dio la vuelta en su asiento y acerco su cabeza un poco a Uruha y le pregunto en susurros a Uruha:

- ¿Por qué le contaste al profesor? – Kai aun estaba extrañado porque Uruha le contó su secreto al tutor.

- Eh... – se tocaba la nuca con la mano izquierda mientras bajaba la mirada – si te digo la verdad... ni siquiera lo sé... – subió la mirada para mirar a Kai a los ojos – algo me decía que se lo tenía que decir...

- Bueno tu sabrás, es tu secreto – Reita se había incorporado a tiempo de escuchar la respuesta del castaño.

Kai que era mas perceptivo que Reita iba a preguntarle algo mas cuando...

La puerta se vuelve a abrir dejando ver a un chico bajito que aparenta ser de primero, con el pelo castaño hasta los hombros, de piel blanca y ojos marrones.

Iba cargado con rollos de papel enrollados, cosa que le daba un aspecto algo cómico.

Los soltó encima de la mesa del profesor y cuando se iba a dirigir a la clase alguien le interrumpió...

- ¡Hey chico! ¡Te equivocaste de clase! – exclamo Reita soltando una carcajada – ¡Los de primero están en la planta de abajo!

Toda la clase menos Uruha y Kai empezó a reírse del chico, algo les decía a ellos dos que ese chico no se había equivocado de clase...


domingo, 25 de enero de 2009

My eternal life with you

Versailles

Kamijo x Teru

(Universo alterno/Vampiros)



Tenía ocho años en ese entonces...

Era un chico un poco más bajo que los chicos de mi edad, aunque en ese momento no me preocupaba, ni siquiera me preocupa ahora. Tenía el pelo color negro, con media melena y liso, los ojos de un azul muy claro e intenso y mi piel, por ese entonces ya era muy blanca.

La luna era la única iluminación que alumbraba las calles en esa noche, pues había problemas eléctricos debido a la fuerte tormenta de esa tarde.

Yo me encontraba casi a oscuras en mi habitación, pues lo único que daba un poco de luz era una vela en el escritorio, escondido debajo de mi cama.

Estaba muy asustado, mis padres peleaban como llevaban haciéndolo desde hacía varias noches.

Nunca me enteré de los motivos por los que cada noche peleaban, pero lo que sí sabía es que, de alguna forma u otra, siempre terminaban hablando de mi.

Eso era lo que más temía, que yo volviese a salir en sus discusiones ya que siempre que eso pasaba, mi padre venía, como todas las noches también, a darme una paliza... Ya que según él, yo SIEMPRE era el motivo de las peleas que tenía con mamá... ¿Y mi madre? Pues pasaba. Ni siquiera se preocupaba en venir a ayudarme cada vez que la llamaba... con tal de no ser ella la maltratada le daba exactamente igual...

Ya estaban llegando al punto donde, tarde o temprano mi nombre saldría...

Quería salir de allí... NECESITABA salir de ese lugar como fuese posible pues mi cuerpo ya no aguantaría un solo golpe más.

Miré la ventana y vi mi salvación: el gran roble que había junto a mi ventana.

Abrí rápidamente la ventana y salí por ella justo cuando escuché mi nombre en medio de esa pelea, para poco después ver como mi padre entraba totalmente encolerizado y vio como yo saltaba desde la rama del roble hacia el suelo para librarme de la paliza que sin ningún motivo me quería dar.

Escuché como rápidamente llamaba a mi madre para decirle lo que acababa de hacer mientras yo empezaba a correr lo más rápido que mis cortas piernas me lo permitían. Iba en dirección al bosque mientras mis padre venían pisándome los talones.

Me sumergí en la espesura del bosque que estaba totalmente oscuro menos por unos pocos rayos de luz de la luna que se filtraban por entre las ramas de los gigantescos y longevos árboles.

Creí que me estarían siguiendo, pero para mi sorpresa no escuché nada. Un segundo después un grito desgarrador interrumpió el maravilloso silencio del hermoso bosque.

Miré hacia ese lugar, era el único claro del bosque, donde la luna daba la mayor iluminación, haciendo que yo pudiese contemplar lo que ocurría.

Tres personas estaban en ese claro.

Dos de ellas eran mis padres, la otra... la otra eras tú.

Recuerdo perfectamente el momento en el que clavaste tus hermosos colmillos en el cuello de mi padre para succionarle toda esa sangre que te debió de saber a la más asquerosas de las bebidas, para después hacer lo mismo con mi madre.

Tus azules y penetrantes ojos se clavaron en mi justo cuando terminaste de alimentarte de la sangre de mis odiados padres. Sonreíste traviesa y perversamente mientras un pequeño hilo de sangre resbalaba de tus perfectos labios hasta tu bien formado mentón.

Pasaste tu dedo índice para recoger esa sangre sobrante y lamerla de tu dedo sin quitar esa sonrisa.

En ese momento, debo reconocer que me asustaste. Pero lo único que hiciste fue acercarte a mi para rozar susurrarme al oído la fecha de esa noche, fatídica para algunos pero que para mi fue la noche en la que me salvaste por primera vez. Fue en el momento en el que escuché tu voz cuando el susto desapareció de mi cuerpo.

- 31 de Octubre. – Me miraste entre divertido y curioso.

No entendías el porqué no te tenía miedo si acababas de matar a mis padres y menos cuando lo que te contesté no fue lo que esperabas:

- Gracias.

La más hermosa de las carcajadas que tu preciosa voz pudo emitir fue lo que recibí a cambio de mi agradecimiento, para luego quedar en silencio y acercarte a mis labios para rozarlos con los tuyos...

Justo después te fuiste como si nunca hubieses estado en ese lugar. No volví a saber nada de ti... creí que jamás te vería...

Pero el destino quiso que nos volviésemos a encontrar.

Entonces ya tenía 17 años y estaba terminando la secundaria.

Los únicos cambios en mí fueron la estatura y el pelo.

Ya no era uno de los más bajos de la clase, pero tampoco era de los más altos y mi pelo ahora parecía plateado, pero en realidad sólo la parte superior de mi cabeza estaba de ese color, puesto que debajo seguía mi negro natural y también me creció bastante... a tal punto de que me llegaba casi hasta la cintura por atrás, ya que por delante lo tenía degradado.

Era 31 de Octubre...

Hoy mismo hacían nueve años desde aquél día. El día en el que me salvaste... el día en el que te conocí... el día en el que procuraste grabarte a fuego en mi mente con ese beso...

Las clases de ese día acabaron por fin, y yo salía junto a Yuu y sus amigos. Estaban hablando sobre la fiesta de esa noche para celebrar Halloween.

- ¡Hey, Teru! – Yuu llamó mi atención, al parecer estaba hablando conmigo, pero yo estaba en otro lugar...

- Perdón Yuu... no te escuchaba, ¿qué decías? – ante esa respuesta mi rubio amigo frunció el ceño.

- Que si vamos todos al bosque a celebrar Halloween, ya que siempre que hago la fiesta en casa tu no vienes porque vas al bosque a celebrarlo solo... – decía algo apenado.

- ¿Pero qué dices? Si voy solo en Halloween al bosque es... es... porque mis padres... – ahora puse el típico tono triste y quebradizo que ponía al fingir que me afectaba la muerte de esos maltratadotes – mis padres murieron en ese bosque... este mismo día de hace nueve años...

Todos recordaron entonces lo que el periódico local dijo sobre la muerte de mis padres...

Dijeron que la muerte de ellos se debía a que algo les había extraído toda la sangre de sus cuerpos y que no sabía si fue un animal o una persona. Estuvieron estudiando el caso durante tres años, y lo dejaron por imposible, cosa que me hizo gracia pues a mi no me preguntaban si yo había visto algo... y eso que me encontraron al lado de los cuerpos de mis padres.

Pensaron que era un milagro que la cosa que les hizo eso a mis padres no me tocara. La verdad, las primeras semanas sólo me preguntaba por qué no me mataste a mi también... pero ahora no puedo más que agradecértelo.

Me separé de los chicos y llegué a casa para, como todos estos nueve años, prepararme para ir al bosque.

Me encaminé al baño para ducharme y después arreglarme.

* * * *

Era casi media noche, y yo me encontraba ya en el mismo claro donde me libraste de aquella pesadilla.

Este año fue el primero en el que me llevé algo de alcohol para celebrarlo...

“Ojalá estuvieses aquí conmigo” – pensaba llenando dos copas de un maravilloso vino tinto.

El color del vino era muy parecido al de la sangre, su olor era exquisito y su sabor delicioso.

Dejé la copa destinada a ti frente a mi, esperando algo que sabía de sobra que no pasaría, pero aún así yo lo esperaba.

A la media noche justa escuché un ruido de ramas. Me volví rápidamente esperando a que fueses tú... pero me equivocaba.

Yuu se adentró en el claro con una extraña sonrisa.

- Parece que estás celebrando la muerte de tus padres en vez de lamentarla... – susurró amargamente al ver las copas de vino.

- Podría ser... – fue lo único que le dije.

Mi rubio amigo soltó una fuerte carcajada y casi se cae, eso me dio a entender que estaba bastante ebrio.

- ¿Qué se supones que haces aquí? ¿No tienes una fiesta en casa? – le pregunté bastante molesto.

- Las fiestas no pueden llamarse así si la persona que más deseo que esté allí se la pasa en un bosque celebrando que mataron a sus padres...- eso me dejó la sangre helada... ¿la persona que más desea? ¿yo? Empezó a acercarse a mí mientras yo lo veía extrañado.

- Estas borracho y no sabes lo que dices... anda y vuélvete por donde viniste...

En ese momento llegó donde estaba yo, tomó la copa que iba destinada a ti...

- ¡NO! ¡Eso no es para ti! – le grité quitándole la copa de su mano haciéndolo enfadar.

- ¿Significa eso que esperas a alguien? – la voz de Yuu me asustó, parecía fuera de sí, pero no me iba a dejar intimidar.

- ¿Y qué si espero a alguien? Eso no es de tu incumbencia.

- ¿Qué no es de mi incumbencia? Mala respuesta...

Justo después me empujó fuertemente y caí al suelo, pero me levanté rápidamente. A mí nadie me empujaba por que se le diera la gana. Le respondí al empujón, pero entonces me agarró de las muñecas y me acercó a su cuerpo.

Empecé a sentir como lamía mi cuello y eso me provocó arcadas... Sabía exactamente cuales eran sus intenciones, pero yo no me iba a dejar tan fácilmente.

- ¡Suel...! – No pude continuar... pues tú me interrumpiste.

- Suelta a mi presa si no quieres salir mal parado. – No sabía como, pero estabas justo detrás de Yuu mientras agarrabas sus manos para que me soltasen.

Parecía como si lo tratases con cariño, pero al ver la cara de sobreesfuerzo que ponía mi “amigo” me dio a entender que tenías bastante fuerza.

- Así que este pequeño idiota se quería beber mi copa de vino... – empezó a mover su cabeza en forma de negativa – eso no está bien... ya que harás enfadar a la persona que mató a los padres de Teru-chan...

Los ojos de Yuu se abrieron totalmente de sorpresa mientras que tú sonreías divertido viendo la expresión de horror del rubio.

Yo sólo podía contemplar tu hermoso rostro, que a pesar del paso de los años seguías igual de bello que aquél día. Nada había cambiado en ti.

Ni tu largo y ondulado pelo castaño, ni tus ojos azules parecidos a los míos... ni siquiera tu blanca piel.

- Tú... ma... ¿mataste a los padres de Teru? – preguntó horrorizado Yuu.

- Si, fui yo... aunque ahora que lo pienso... – te volviste hacia mí con una hermosa sonrisa. – no me presenté... qué descortés por mi parte... – soltaste de improviso a mi compañero de clase y te acercaste a mi, tomaste mi mano y la besaste – Soy Kamijo, para siempre a tu servicio.

Justo después y con la velocidad de un rayo volviste donde te encontrabas. Volviste a tener Yuu entre tus manos. Pero esta vez le cogiste distinto.

Con una mano lo inmovilizaste de manos y con la otra le sostenías la cabeza inclinándola hacia la derecha, dejando el lado izquierdo a tu merced. Oliste lo que pronto sería tu cena.

- ¿Por qué soléis tener tan mala sangre los que acosáis a mi pequeño? – le susurraste en el oído Yuu aterrándolo más.

- Te... Teru... ayúdame... – ahora me rogaba ayuda, cuando poco antes lo que intentaba era violarme. Lo miré fríamente y Kamijo estalló en esas hermosas carcajadas que hacía nueve años que escuché.

- Creo que a mi querido Teru-chan le da igual lo que pase contigo... – y justo después le hincaste los colmillos en el cuello para absorber la asquerosa sangre de aquél que algún día creí amigo, viendo como el brillo de sus ojos desaparecía poco a poco para apagarse finalmente.

Poco a poco me fui acercando donde estabas ya sentado con el cuerpo inerte de Yuu sobre tus piernas.

Observé tus labios manchados por la sangre del rubio ahora muerto mientras tu no me quitabas la mirada de encima. Sé que te parecía extraño mi comportamiento, que no entendías el porqué me acercaba a ti aún sabiendo que eras peligroso. Pero para mi no lo eras. Para mí solo eras mi salvador.

Apartaste el cuerpo de Yuu hacia un lado al ver que me agaché para quedar frente a ti.

Nuestras miradas se encontraron la una con la otra.

En tus ojos pude ver la sed aún no saciada, pero había algo más que le ganaba la batalla a la sed, el deseo.

Ni siquiera aún se porqué lo hice... quizás por la necesidad de sentirte, pero acerqué mi rostro al tuyo y pasé mi lengua sobre tus deliciosos labios para limpiarlos de la sangre.

Vi que sonreíste ante eso y después llevaste tu mano izquierda a mi cuello, acercándome a ti, para hacer que nuestros labios se encontrasen.

Lento y pausado fue el principio de ese beso, pero poco a poco iba aumentando la excitación. Me apegué aún más a ti si eso era posible y abrí mi boca dándote permiso para que entrases en ella.

Tu lengua y la mía se encontraron, pero no luchaban. Se saboreaban. Tus manos recorrían mi espalda haciéndome estremecer del placer de sentirte de esa manera.

Te separaste de mis labios y te acercaste a mi oído para susurrarme:

- Quédate conmigo para siempre... hasta el final de los tiempos...

Tu voz en ese momento me sonó tan seductora y tan sensual que pensé en que si después pasaba cualquier cosa no me resistiría...

Ahora estabas frente a mi, me mirabas esperando algo... una respuesta...

- Me quedaré contigo... desde que me salvaste lo estuve... – le dije acariciando el rostro de lo que para mi era un sueño.

- Solo dolerá un poco... pero en un par de horas estarás bien...

Debo reconocer que eso me descolocó un poco... ¿dolerme?

Pero supe a lo que te referías en el momento en el que llevaste tu boca a mi cuello...

Primero pasaste tu lengua sobre mi piel, con eso hiciste que gimiese tu nombre en un susurro alentándote a más...

Fue entonces cuando sentí el dolor.

Tus colmillos se aferraron a mi cuello sin intención de dejarlo, pero ni siquiera me asusté... ya que tus manos se encargaban de tranquilizarme y yo me apegué más a tu cuerpo.

¿Cinco minutos? ¿Veinte minutos? No sé el tiempo que estuviste ahí, pero nada más retirarte noté como el fuego empezaba a recorrerme desde donde antes estuvieron tus labios y colmillos hasta el resto de mi cuerpo.

Dolía, pero no me importaba ya que tú estabas a mi lado.

Cerré los ojos notando como mi cuerpo iba cambiando... notaba que a pesar del fuego que me corría por dentro mi piel estaba cada vez más fría... mi respiración... yo ya no respiraba, pero misteriosamente seguía vivo...

Abrí mis ojos y vi tu cara de preocupación que paso a estar mas alegre una vez me viste abrir los ojos.

Noté todos mis sentidos agudizados al máximo, pero en ese momento lo que más notaba era una terrible sed... y no por un líquido cualquiera. Sabía perfectamente que quería... Quería sangre.

Sonreíste al verme tan nervioso mientras miraba como loco por los alrededores buscando algo para saciar mi sed, pero no me hizo falta buscar más. Con una uña tu mismo te cortaste en el cuello ofreciéndome tu propia sangre.

Olía tan bien que no me pude resistir.

Lamí la que había resbalado por tu cuello para después perforar tu cuello con mis colmillos y empezar a succionar.

Sabías realmente delicioso.

Lentamente me fui apartando de ti. Vi tu cara enormemente satisfecha y me sonrojé muy levemente.

- Continuemos por donde lo dejamos...

Tu voz sonó tan endemoniadamente sensual que no me pude resistir.

Te volviste a pegar a mi para unir nuestros labios, pero ahora todo era más salvaje... todo era puro deseo y lujuria.

La noche fue pasando y en el bosque solo se escuchaban nuestros gemidos.

El tenerte dentro de mí era algo tan tremendamente excitante que no podía parar de gemir tu nombre. Tus caricias en mi cuerpo hacían que perdiese toda la cordura que me quedaba. Tus besos hacían que mi mente volviese para sentir todo lo que me estabas regalando.

Llegó el final con un gran gemido por tu parte mientras te derramabas dentro de mi, marcándome como tuyo.

Algo que sería tuyo para siempre... hasta el final de los tiempos...